Juro que la gente a cargo del gobierno de Cristina piensa en la inflación como un problema a resolver mediante los acuerdos de precios pautados con las cadenas de supermercados o con el empresariado afín.
Hasta en el último rincón de país las personas saben con un grado de certeza absoluta que la siguiente movida que dará Cristina será algo cercano a una mega devaluacion o la mega devaluación en sí.
O sea: la facultad de oler por anticipado los mazazos económicos descargados por el Estado Nacional ( y de los provinciales) forma parte de la estructura psíquica del argentino.Sea de la clase social que sea.
Como consecuencia de esto, podría decirse que la modalidad para el siguiente paso devaluatorio es intrascendente ante el panorama que se abrirá con posterioridad a la ejecución del mismo.
Y esto el argentino lo sabe.
Lo sabe... y calla.
Por ahora.
Porque el problema aparecerá cuando comience a hablar.
Los detonantes de ese situación serán (como mínimo) el incremento de las deudas provinciales atadas al dólar, la suba en la tasa de interés.
En éste último caso quienes sufrirán las consecuencias serán los trabajadores que desarrollan tareas bajo relación de dependencia y que se encuentran endeudados.
Veamos de cerca el cuadro de situación:
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